Juan Manuel Guillen
Arequipa, 29-09-09 (Diarionoticias) Por Enrique Zavala
El presidente regional, Juan Manuel Guillén Benavides, fue un buen amigo de monseñor Luis Sánchez Moreno. Ayer, conversó telefónicamente con el Director de Noticias, a pocas horas de conocerse su muerte. Habló casi de corrido sobre lo que sentía por él, algo que reproducimos en este artículo, que no fue escrito, sino dicho, reiteramos, en conversación telefónica.
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Recién conocí a monseñor Luis Sánchez Moreno Lira en 1996 cuando llegó para ser el Arzobispo.
Fue muy, pero muy amigo, fue una amistad de una índole muy especial. La amistad que tuve con Fernando Vargas fue muy sentimental, pero la que tuvimos con monseñor Luis fue de gran respeto, muy intelectual, pero muy intensa.
Creo que la Iglesia pierde una de sus figuras de gran valor intelectual. Vivió siempre muy interesado por Arequipa, se sentía muy arequipeño, su relación era de intimidad con Arequipa. Pero no tuvo tiempo de captar la calidez que los arequipeños le dieron a Fernando Vargas.
No participaba en las reuniones de las autoridades de Arequipa, estaba un pequeño tiempo y luego se retiraba, creo por eso se creó la falsa impresión de ser pedante, pero era verdaderamente muy humilde, muy sencillo, sino veamos cómo muere en una suerte de retiro voluntario. Eso dice mucho de su humildad.
Cuando llegó, tuve la oportunidad de conversar con él en su casa:
creí que era un deber hacerle saber cuáles eran mis convicciones de no creyente, y él me dijo que eso no era un obstáculo. A partir de allí, tuve con él muchas conversaciones filosóficas, teológicas y en ellas nunca pensó en persuadirme ni convencerme.
Tuve una experiencia muy particular sobre el proyecto del nuevo Santuario de Chapi. Me llamó la atención que me pidiera el apoyo en eso, sin saber que estaría en donde estoy.
En el proceso de reconstrucción de la Catedral, cuando yo era Alcalde, luego del terremoto, nos veíamos casi cotidianamente para determinar los detalles y colores del interior, hacíamos pruebas y combinaciones.
Sus Homilias
Preparaba siempre sus homilías, las tenía escritas, pero siempre en el medio solía improvisar.
Su homilía especialmente importante fue la de un 7 de junio, donde habló del valor de la lealtad y la democracia en medio del conflicto con Fujimori. La Homilía fue un ejemplo de llamado a la resistencia pacífica, hecha con una lucidez que me deslumbró. Fue una homilía memorable.
La Virgen de Chapi
Monseñor Luis sentía que era una especie de hechura de la Virgen de Chapi. Atribuyó a la Virgen la protección de Arequipa durante el terremoto de 2001, porque la imagen giró en el temblor quedando su mirada hacia Arequipa. Creía que la Virgen de Chapi salvó a Arequipa de un impacto mayor. Tenía ese tipo de asociaciones. Para él, la Virgen de Chapi y Arequipa eran una sola cosa.
Yo estuve dos veces en el Estadio de la Unsa durante las visitas de la Virgen de Chapi. En una de ellas, se dirigió casi directamente a mí para que fuera testigo de la fe que había.
Nunca discriminó
Le faltó tiempo para que la gente lo conociera más. No dedicaba tiempo para estar con las autoridades. Eso le dio una imagen de prelado medio elitista, además venía del Opus Dei, y eso creó una especie de barrera. Sin embargo, nunca vi en él un aspecto discriminatorio.
Yo estuve preocupado porque venía como arzobispo un miembro del Opus Dei, pensé que iba a poner distancias, pero nunca lo hizo. El comportamiento de monseñor Luis me limpió de ese prejuicio.
Debo reconocer su capacidad de tolerancia intelectual y afectiva, que proviene de las entrañas.
Periódicamente, nos comunicábamos. Su cumpleaños era en noviembre y el mío también así que nos llamábamos por ese motivo. La última vez que hablamos fue para el 15 de agosto. Ya el año pasado no vino.
Me dijo que ya no era su voluntad sino del Señor y de la Virgen y que se preparaba para su encuentro.
Monseñor Luis nos deja una herencia de moral y amor por Arequipa.
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