martes, septiembre 29, 2009

Murió último arzobispo arequipeño

Mons. Luis Sanchez-Moreno


Arequipa
20-09-09 (El Pueblo) - El último arequipeño que dirigió la Iglesia de Arequipa, falleció ayer en Lima. Sus restos reposarán un tiempo en el Santuario de Nuestra Señora Madre del Amor Hermoso de Cañete, antes de que sean enterrados definitivamente en el nuevo santuario de la Virgen de Chapi, en Arequipa.

Hace cinco años y medio, en que pasó a ser arzobispo emérito de Arequipa, su voz grave y queda ya no se escucha en la misa de las 5:00 de la tarde en la Basílica Catedral de Arequipa. Durante ocho años que dirigió la arquidiócesis de Arequipa, los fieles esperaban que pronunciara su sesuda homilía. Era el primer arzobispo del Opus Dei en el Perú.

Monseñor Luís Alberto Sánchez-Moreno Lira, dominicalmente, revestido con sus insignias pastorales leía su homilía, la misma que era preparada con esmero y tras una profunda meditación.

Llegó a su Arequipa natal en marzo de 1996, con 70 años y después de una activa labor pastoral e la Prelatura de Cañete, Yauyos y Huarochirí. Allí fundó y estableció el Seminario Mayor “Academia San José” en el año 1971, con la finalidad de promover las vocaciones sacerdotales

En 1991 inauguró la impresionante y atractiva arquitectura del Santuario a la Virgen “Madre del Amor Hermoso”, en la que entronizó una hermosa imagen de la Virgen María obsequiada en 1964 por San Josemaría Escrivá de Balaguer.

Su retorno a Arequipa se produjo 35 años después, cuando fue ordenado obispo titular de Nilopolis y auxiliar de Chiclayo en la basílica arequipeña.

Sucedió en el arzobispado a un destacado y querido prelado, monseñor Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio. Y obviamente la feligresía advirtió dos estilos diferentes de gobernar la Arquidiócesis. Uno era habitualmente coloquial e informal y el otro formal y de bajo perfil.

Monseñor Luís Sánchez-Moreno expresaba sus afectos en forma reservada, como aquel gesto que tuviera durante la primera visita que realizara como arzobispo de Arequipa. Fue al colegio De La Salle donde estudió y al ver al hermano Jaime Estruch, actualmente decano de los hermanos de la provincia del Perú, se arrodilló y pidió su bendición.

Sin embargo, a despecho de las características personales y de sus personalidades, ambos prelados, de familias tradicionales de Arequipa, mostraron su gran devoción por la Virgen María.

En el caso del monseñor Luis Sánchez-Moreno, esa devoción se hizo notar profundamente tras el sismo que afectara la región en el 2001. Como consecuencia del sismo el Santuario de Chapi sufrió daños, que los expertos de la Universidad de Piura estimaron como graves e insalvables.
Ello sirvió de ocasión para que monseñor Sánchez-Moreno Lira hiciera patente su devoción mariana, ya inscrita en su estema o escudo arzobispal.

Su decisión fue la de construir un majestuoso templo, de inmensas proporciones. En el entretanto se cristalizara la idea, dispuso que la imagen de la Virgen de Chapi fuera trasladada al templo de Yanahuara, en la misma jurisdicción de su residencia.

Aprovechando la coyuntura, fue muy habitual ver al prelado arequipeño, en varias ocasiones al día, dirigirse al Templo donde estaba “alojada” la “Mamita de Chapi” para orar.

No pudo ver hecho realidad su deseo de un magnífico templo dedicado a la Virgen de Chapi, pero sí desarrolló una activa labor a favor de los sacerdotes de su arquidiócesis. Con ellos tuvo una estrecha cercanía, preocupándose por su situación particular, visitándolos y tratando que se mantuvieran actualizados en la marcha de la Iglesia.

En cuanto a la administración de su arquidiócesis, intentó, durante los ocho años que la rigió, dotarla de elementos de modernidad, organizando sus bienes y su administración. Dado su carácter y su sensibilidad, trató de desterrar el uso del pan de oro en los altares de los templos.

Durante su labor pastoral en Arequipa se realizó la restauración de la Catedral, cuyas torres sirvieron de inspiración para reconstrucción de la ciudad tras el terremoto que la afectara en el 2001. La amistad personal con el entonces alcalde de la ciudad y posteriormente presidente del Gobierno Regional, doctor Juan Manuel Guillén Benavides, facilitó la ejecución de una serie de obras.

Como arequipeño y hombre de letras, siempre estuvo atento al quehacer de la ciudad y del país. Él estudió Letras y Derecho en la Universidad San Agustín de Arequipa, donde se graduó de abogado. Posteriormente, en Barcelona y Madrid cursó estudios de Doctorado en Jurisprudencia, obteniendo el grado de Doctor en Derecho Civil en la Universidad Central de Madrid. Asimismo se graduó de Periodista en Madrid.

Esa formación, además de la que tuvo en Derecho Canónico, pues fue Doctor en ese Derecho por la Universidad de Santo Tomás (Angelicum), explican sus juicios sobre temas históricos, expresados muchas veces en coloquios con jóvenes, como aquellos que tuvo durante su visita a Andagua.

Su vocación magisterial, expresada durante los años que fue catedrático en la Pontificia Universidad Católica del Perú, antes de ser ordenado sacerdote, quedó extendida en esos diálogos.

Según los recuerdos de los jóvenes que participaron en los coloquios de Andagua, monseñor Luis expresó que “en el pasado los héroes eran personas que se sacrificaban hasta la muerte por cumplir su palabra, pero actualmente han sido reemplazados por personajes de la farándula que tienen una vida agitada y esto lleva a que la juventud no tenga ideales”.

En esa ocasión también señaló que “otro factor que está llevando a la pérdida de valores en la sociedad es la falta de estudios de cursos de humanidades como la filosofía, la historia y la literatura en las universidades de nuestro país. Una persona que sólo tiene una formación técnica, que no va acompañada de la debida complementariedad de estudios humanísticos, no ve en el prójimo a otro ser humano, sino sólo un producto o alguien que me va hacer ganar más dinero”.

Con la renuncia por límite de edad y su alejamiento de la Arquidiócesis en el 2004, monseñor Sánchez-Moreno Lira, cerró un ciclo de 124 años consecutivos en el que prelados arequipeños rigieron nuestra arquidiócesis.

A pesar de la enfermedad que lo aquejó en los últimos años, la claridad de pensamiento de este prelado quedó patente en el agradecimiento que pronunció hace escasos tres meses cuando el Congreso de la República, le impuso su Medalla de Honor en el grado de Comendador por sus distinguidos servicios a la Nación.

En esa oportunidad puntualizó: “La primera obligación que tengo hoy es agradecer a Dios tantas gracias que nos da; y pedirle a ese Dios bueno que sigamos siendo capaces de salir adelante en estos momentos críticos que estamos viviendo en el país. Como cristiano, peruano y arequipeño, contemplo con pesar cómo se pone en riesgo el fruto del trabajo de muchos habitantes de este país. Hay toda una labor destructora que tenemos que denunciar, pero nosotros tenemos fe en Dios de que podemos hacer lo que tenemos que hacer para defender la civilización cristiana, peruana –y arequipeña- en el hogar y el trabajo, en toda la sociedad y en la Iglesia.”

Agregó: “Podemos tener la sensación de que todo lo que hemos hecho, con muy buena voluntad, es solamente un mamarracho, pero debemos ser muy optimistas. Seamos hombres y mujeres recios que saben defender lo que es necesario en un mundo donde hay un evidente declive moral, descenso familiar y pobreza espiritual. Seamos muy optimistas, a pesar de los pesares, y el Señor pondrá el incremento a nuestro esfuerzo; y la Iglesia y el Perú seguirán desarrollándose, y sus habitantes continuarán mejorando”.

Y recordó: “Cuando Atila amenazó la Roma decadente al final del Imperio, los generales no estaban dispuestos a ir a su encuentro, se disculparon con cobardía, tuvo que ir un Papa a dialogar con el invasor y conjurar el peligro. La Iglesia es la salvaguarda de la humanidad, es la defensora del derecho natural, de la dignidad de la persona, de la espiritualidad en la sociedad. Puede ocurrir que falte energía moral para defender a la persona y a la sociedad, la mayoría puede dejarse llevar por un relativismo ético, pero nosotros los cristianos debemos estar presentes para evitar la pérdida de los valores humanos y morales.”

EN AREQUIPA
Esta mañana, en La Catedral, a las 09:00 horas se celebrará una misa de honras fúnebres por monseñor Javier del Río. A las 11:00 horas en la capilla del colegio Nuestra Señora del Pilar también se rendirá homenaje en una eucaristía al fallecido prelado.

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