"Durante
el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del
Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a
los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección. (Circ 73).
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y
los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para
profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y
vacío.
La Cruz sigue entronizada desde ayer.
Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha
muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.
Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha
sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo
Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de
su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él
calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha
cumplido".
Pero este silencio se puede llamar
plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis
mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."
El Sábado es el día en que experimentamos
el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta
realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ",
decían los discípulos de Emaús.
Es un día de meditación y silencio. Algo
parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que
fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su
inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y
siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy
grande" (Job. 2, 13).
Eso sí, no es un día vacío en el que
"no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta:
Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más
profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María,
está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El Sábado está en el corazón mismo del
Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos
detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres
aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el
misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:
"...se despojó de su rango y tomó la
condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir
conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su
cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la
cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio
del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en
el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios
después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al
universo entero".
Vigilia Pascual
La celebración es el sábado por la noche,
es una Vigilia en honor del Señor, según una antiquísima tradición (Ex. 12,
42), de manera que los fieles, siguiendo la exhortación del Evangelio (Lc. 12,
35 ss), tengan encendidas las lámparas como los que aguardan a su Señor cuando
vuelva, para que, al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.
La Vigilia Pascual se
desarrolla en este orden:
Breve Lucernario
Se bendice el fuego. Se prepara el cirio en el cual el sacerdote con un punzón
traza una cruz. Luego marca en la parte superior la letra Alfa y en la inferior
omega, entre los brazos de la cruz marca las cifras del año en curso. A
continuación se anuncia el Pregón Pascual.
Liturgia de la Palabra
En ella la Iglesia confiada en la Palabra
y la promesa del Señor, media las maravillas que desde los comienzos realizó
Dios con su pueblo.
Liturgia Bautismal
Se llama a los catecúmenos, quienes son
presentados ante el pueblo por sus padrinos: si son niños serán llevados por
sus padres y padrinos. Se hace la renovación de los compromisos bautismales.
Liturgia de la Eucaristía
Al acercarse ya el día de la Resurrección,
la Iglesia es invitada a participar en el banquete eucarístico, que por su
Muerte y Resurrección, el Señor preparó para su pueblo. En él participan por
primera vez los neófitos.
Toda la celebración de la Vigilia pascual se realiza durante la noche, de tal
manera que no se vaya a comenzar antes de iniciarse la noche, o se termine la
aurora del Domingo.
La Misa, aunque se celebre antes de la media noche, es la Misa Pascual del
Domingo de Resurrección. Los que participan en esta misa, pueden volver a comulgar
en la segunda Misa de Pascua.
El sacerdote y los ministros se revisten de blanco para Misa. Prepárense cirios
para todos los que participan en la Vigilia.
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